El regreso a la casa del Alma, la casa del Ser:

Cuando es la hora, es la hora...

Aunque no estemos preparados, aunque las cosas no estén hechas. Regresamos, no porque nos apetece, no porque hoy es un buen día, no porque la vida esta limpia y ordenada. Sino porque es la hora.


Cuando nos pasamos la vida sin regresar a casa nos da la sensación de hacer muchas cosas que no nos producen ningún tipo de satisfacción. Se desdibuja nuestro sentido de vida.


El descontento es la puerta secreta que permite acceder a un cambio significativo y propiciador de la vida.


El hogar es el inicio de una actividad, el canto, nuevos aprendizajes, personas o cosas perdidas, voz y escritura recuperada, descanso, hacer suyo un rincón del mundo, tomar grandes decisiones conscientes o inconscientes pero extremas, hacer algo que deje huella. 


El donde no importa puede ser desde un paisaje hasta algo holográfico, cuando miramos con los ojos del alma vemos el hogar en muchísimos lugares. Porque al fin y al cabo la casa del Ser mora en todo lo que existe.


Allí podemos permanecer hasta que así lo sintamos hasta que surja el regreso, pero este nunca es definitivo una vez consciente siempre se vuelve. Es cíclico.


En el hogar es cuando nos reencontramos con lo femenino/masculino abandonamos transitoriamente el mundo y nos sumimos en la soledad.


El adjetivo inglés nos habla de alone (solo), lo que equivale a decir all one, es decir, “todo uno”. Ser todo uno significaba unidad total, tanto en el carácter transitorio como en el esencial. Ese es precisamente el objetivo de la soledad, ser totalmente uno mismo. No es ausencia de energía, sino abundancia de provisiones que el alma nos transmite.


Por ello el aprender a convivir con nosotros mismos se vuelve uno de los mayores desafíos del proceso de despertar. Porque en ese espacio en donde estamos con nosotros mismos, todas nuestras luces y sombras se hacen evidentes. Y allí llega la aceptación, la reconciliación, el volver a nosotros, a nuestro corazón.


Pero, ¿Como se evoca al alma? Hay muchas maneras: meditación, tambor, canto, escritura, composición musical, visiones hermosas, plegarias, contemplación (con el templo en acción), el silencio, los estados de animo e ideas que nos fascinan que ponemos en marcha. Todos esos llamados psíquicos sacan al alma de su morada. También hay métodos sin accesorios, generando espacios de soledad entre las multitudes y los quehaceres diarios, lo único que hace falta es desconectarse de las distracciones.


Este llamado es fundamental para reconocernos y acercarnos a nuestro propósito para definir quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Si lo que hacemos nos acerca o no a lo que nuestro corazón llama desde lo profundo.


Tras un tiempo de practica se vuelve nuestra respiración/relación con nosotros mismos consciente, la que nos permite ajustar o desajustar, introducir o eliminar, a veces con preguntas que se formulan al alma u otras sin preguntas solo descanso y respiración. Sólo soltando lo que ya cumplió su propósito en nuestro camino.


Oxigenándonos...Juntos porque todos somos Uno.






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